empecé yoga hace 20 años de casualidad en Venecia
al acompañar una compañera de trabajo que quería probar,
desde entonces la esterilla me acompañó con sus altibajos y en diferentes formas;
desde 2017 se convirtió en pasión-profesión;
antes de empezar a trabajar como profesora de yoga me formé en fitoterapia y aromaterapia
porque las plantas medicinales me ayudaron a salir de una etapa vital en que mi salud no iba muy bien,
seguí estudiando naturopatía en sus varias ramas y formas,
después de las plantas me formé mucho en dietoterapia y cocina terapéutica,
insistí mucho en querer trabajar ofreciendo acompañamiento en alimentación consciente pero por tanto que le pusiera ganas eso no acababa de despegar,
por curiosidad y ganas de profundizar en anatomía y mejorar mis ajustes de yoga y empecé a formarme en masaje tailandés
justo mientras aprendía vino el c--d
y aposté por la reflexología podal,
y allí cambió todo...